Bricklin SV-1(1974-75)
Canadá nunca tuvo aspiraciones a tener una gran industria automovilística, pero en los años 70 un hombre y un gobierno intentaron cambiarlo. El hombre el emprendedor Malcom Bricklin, persuadió al gobierno canadiense para que financiase con 23 millones de dólares los talleres donde se fabricaría el deportivo SV-1.
El coche tenía un buen diseño, de aspecto fornido y seguro, pero con una carrocería acrílica y de fibra de vidrio. Sus puertas se abrían hacia arriba. Su motor era al principio un AMC de 5,9 l y V8, pero luego la marca se decanto por un Ford V8. La mayoría de las versiones tenían una transmisión automática y solo unos pocos manual.
Los problemas aparecieron cuando la pobre calidad de su construcción sobre todo en sus puertas en ala. Se dejó de fabricar un año después con la empresa totalmente colapsada y con quejas a nivel gubernamental.